Las decisiones más importantes para vivir una buena experiencia de parto son escoger, el lugar correcto y las personas correctas. Puedes escoger si es tu pareja, un familiar, una doula o una amiga quien está a tu lado, pero sólo puedes escoger a uno, y el sanitario de turno seguirá siendo al azar.
Cuando escoges un hospital, o un parto en casa, escoges el escenario, la libertad de los presentes y todo lo que es normal que allí ocurra. La experiencia que vivas puede ser radicalmente diferente en un lugar u otro, aunque tu parto siguiera siendo el mismo.
Se puede elegir hospital tanto público como privado
Da igual cual sea el hospital más cercano a tu casa, el que supuestamente "te toca". Puedes escoger entre ese y cualquier otro siempre que estés dispuesta a desplazarte.
Puedes escoger parir en un hospital u otro, tanto público como privado, sin necesidad de dar explicaciones. Por ejemplo porque has oído que tiene un protocolo o un trato "más respetuoso".
Escojas lo que escojas, que sea la decisión que te haga sentir 100% bien, no la que se espera de ti, no la que otros te presionen a escoger por conveniencia o prejuicios. Sobre todo si es importante para ti tener una buena experiencia de parto.
No sólo es seguro parir en un hospital. Si lo que buscas es realmente tener un parto respetado, vivir el parto sin estar en alerta para que no te atropellen protocolos e intervenciones innecesarias, investiga sobre parto en casa.
Parir en hospital público o privado
Hace ya muchos años que es evidente para quienes estamos interesados en el parto respetado que las estadísticas de los partos en clínicas privadas son peores. Por regla general en los hospitales privados hay más inducciones, más partos instrumentales, más cesáreas... por motivos aún más variopintos que en la sanidad pública.
Me parece importante que cualquier persona que considere parir en el hospital consiga las estadísticas del que ha elegido para hacerse una idea de cómo se trabaja en él. Lamentablemente a día de hoy, siguen siendo frecuentes las intervenciones innecesarias por acomodación a la agenda del profesional de mayor rango.
El trato exquisito que a menudo se recibe en la privada durante el embarazo, a modo de seducción, contrasta con el trato que luego se recibe durante el parto. Y aunque es probable que la violencia verbal sea menor que en la sanidad pública, muchas mujeres se sienten "timadas" por el parto respetado que les vendieron y la realidad resultante. Una mujer nos contó como fue atada de pies y manos cuando se negó a una episiotomía en un hospital privado. De allí salió cortada y sin seguimiento de una herida que nunca cicatrizó bien.
La infantilización de la mujer que da a luz sigue siendo habitual en los paritorios españoles, poco importa si éstos pertenecen a uno u otro tipo de hospital.
Por último hay que tener en cuenta que los casos más complicados suelen derivarse de la privada a la pública, tal vez porque suele haber menos medios y personal. Esto es interesante tenerlo en cuenta al mirar las estadísticas.
Hospitales universitarios y comarcales
Los hospitales universitarios suelen ser los más grandes de la región, los que suelen tener más tecnología y recursos, en los que ocurren más partos y en los que hay más personal.
Esto puede ser beneficioso por ejemplo cuando sabes que tienes un bebé con algún problema que va a necesitar ser operado a los pocos días de vida.
El que haya una plantilla amplia da espacio a que haya más diversidad en la forma de trabajar de los profesionales. A que haya los dinosaurios haciendo las cosas a la vieja usanza y a que haya las nuevas oleadas de gente para quienes el respeto, el reducir intervenciones y el tener más en cuenta los planes de parto son partes importantes de su profesión.
Por otro lado, los hospitales comarcales suelen tener menos carga de trabajo y más libertad. A menudo las matronas en hospitales pequeños tienen más margen de maniobra para trabajar a su manera, especialmente en los turnos de noche en los que se deja que el médico de guardia duerma a pierna suelta y los partos espontáneos, respetados y en intimidad florecen de repente a la luz de la luna.
Y es que detrás de cada uno de esos partos hay una matrona que por fin se siente autónoma, que campa a sus anchas, que a escondidas acompaña con todo el cariño y respeto con el que quiere acompañar.
Así que como norma general, si tienes que escoger, escoge un hospital pequeño del que te hayan hablado bien.
Diversidad en la forma de trabajar
En España no hay en absoluto homogeneidad en la forma de trabajar. En Inglaterra, donde yo me formé hay unas guías de práctica clínica (guías NICE) que todos los profesionales del país intentaban seguir amoldándolas a las circunstancias concretas que tenían delante. Pero en España, las diferencias que te puedes encontrar de un hospital a otro en la misma región son apabullantes. Del mismo modo puedes encontrarte con profesionales cuya forma de trabajar es tan dispar como el día y la noche. Es común que las mujeres cuenten que una parte del parto fue un horror, con tal profesional de turno, y que otra parte fue maravillosa porque cual profesional entró por su puerta.
A día de hoy, la proporción de profesionales con verdadera vocación es increíblemente reducida. En España, abundan los que ejercen violencia obstétrica y no son tantos los que consideran que el parto es un momento súper importante en la vida de una mujer. La prueba de ello es que los profesionales respetuosos casi siempre reciben bulling por parte de sus compañeros y del sistema, minando constantemente su deseo de hacer las cosas bien.
Éste es el motivo por el cual yo no trabajo dentro del sistema sanitario. No quiero pelearme para conseguir un mínimo de respeto hacia el proceso de parto y aún así ser maltratada por trabajar de acuerdo a la evidencia, y al sentido común. Ésta es nuestra forma de trabajar.
Mejor hospital ¿en qué sentido?
Cuando hablo del mejor hospital para dar a luz, me refiero al que tiene mejores resultados obstétricos, es decir menor número de intervenciones en sus estadísticas. A nivel general la morbilidad y mortalidad es similar entre hospitales. Así que esta comparativa no va de cual es más seguro. No va de los raros casos en los que un bebé muere ni de los rarísimos casos en los que una madre lo hace, sino de cuantas mujeres y bebés salen del hospital con intervenciones marcadas sobre la piel.
Lo que hace que tengamos una mejor experiencia de parto es:
Que se hagan intervenciones sólo cuando éstas son realmente necesarias
Que se nos trate con respeto, con las palabras y los actos
Cuando el trato es bueno, tus deseos sobre cómo quieres ser acompañada en el parto (plan de parto) son respetados y no se aplican intervenciones innecesarias, la experiencia del parto puede ser intensa pero no traumática.
Cuando por motivos completamente injustificados no se respeta tu plan de parto o se te menosprecia, trata con condescendencia, no se da información clara y no sesgada para que seas tú quien toma tus propias decisiones... entonces hay violencia obstétrica.
La violencia obstétrica existe y campa a sus anchas
Es absolutamente absurdo como a día de hoy la sociedad española de ginecología y obstetricia (SEGO) sigue negando la existencia evidente de la violencia obstétrica. Es como el ladrón que después de haber sido pillado numerosas veces robando, sigue negando haberlo hecho, justificando y defendiendo lo indefendible.
La violencia obstétrica existe, a nivel mundial. No es un fenómeno aislado, no es un profesional, ni un mal turno, ni la paranoia de una mujer que ha entrado en delirio. Y no sólo existe, sino que abunda como las malas hierbas en el prado.
Así que cuando planeas un parto hospitalario, es importante que profundices y entiendas qué es la violencia obstétrica, cuáles son los múltiples formas y cómo puedes protegerte de ella. Porque que vivas violencia obstétrica no es tan poco probable como que te toque la lotería. Todo lo contrario, los casos de partos hospitalarios en los que se vive 0 violencia obstétrica son escasos y muchas veces la violencia está tan normalizada que quien la vive sólo se da cuenta de que la experiencia ha sido traumática, pero no entiende por qué.
Intervenciones innecesarias durante el parto
Uno de los temas más importantes a la hora de prepararse para el parto es darse cuenta de que los hospitales están llenos de protocolos, y/o formas de trabajar, a menudo tremendamente caducos.
Hay profesionales que repiten lo que les enseñaron en su formación sin el más mínimo cambio durante décadas. Hay profesionales que defienden a capa y espada viejos prejuicios de la obstetricia. Hay profesionales que tienen la violencia obstétrica tan normalizada que constantemente colaboran en ejercerla. Hay profesionales a los que se les llena la boca hablando de riesgos y evidencia científica pero que no son capaces de dar información no sesgada.
Hay profesionales que utilizan el miedo como herramienta de manipulación, para hacer las cosas como ellos quieren, sin salirse de su zona de confort.
No hay ningún problema con intervenir, tirar, rasgar y cortar... siempre que haya un motivo justificado para ello. Por ejemplo, una cesárea porque el latido del bebé indica que no está bien y necesita nacer ya, está perfecta. Pero una cesárea para que el médico se vaya a dormir, de vacaciones o disfrute de las navidades en familia es inadmisible.
El problema es que cuando el motivo no es de peso se oculta bajo otros pretextos que normalmente culpan el cuerpo de la madre o el bebé para lavarse las manos (el parto no progresa, ese bebé no iba a poder salir por tu pelvis, venía en una mala posición...etc.)
Cuanto más tiempo se pasa de parto en un hospital más probable es que haya intervenciones que no salvaron la vida de nadie, sino que se hicieron por hábito o amor al arte (de intervenir).
Y el problema de que esto ocurra es que cada mínima intervención en el parto no sólo desvía el río de su cauce y reduce nuestra sensación de haber sido capaces de hacerlo sin necesidad de ayuda externa, sino que además cada intervención lleva de la mano riesgos adicionales. Estos riesgos a menudo desembocan en más intervenciones que se hicieron para compensar el efecto de la anterior.
Cuando llegas a casa con un bebé en brazos o bien normalizas sentirse tan hecha polvo tras el parto, o bien empiezas a cuestionar si todo lo que viviste tenía su justa razón de ser.
Parto respetado en el hospital
Cuando hablo de parto respetado en el hospital no lo hago en los mismos términos en los que lo entiendo en un parto en casa. Bajo mis expectativas al mínimo, me conformo con cualquier muestra de empatía.
Un parto más o menos respetado en el hospital es aquel en el que:
No se maltrata a la mujer con burlas o comentarios condescendientes
Se respetan pequeños "detalles sin importancia" de su plan de parto (como bajar la intensidad de la luz, no entrar a tropel mientras está de parto, permitirle al padre cortar el cordón umbilical, entregarle su placenta si así lo desea)
Se le da información antes de intervenir (aunque a menudo la información sea alarmista, carente de alternativas y altamente sesgada)
Se le permite moverse, durante la dilatación, siempre que "todo vaya bien"
No se le pone la epidural en bandeja a la mínima que la mujer expresa la intensidad del parto
Se le dice a la mujer que todo va bien, siendo verdad, y se le dicen palabras de ánimo recordándole que su cuerpo sabe parir
No me apetece meterme a debatir sobre el sinsentido de:
No permitir comer durante el parto
Que se use monitorización continua cuando se podría escuchar el latido de forma intermitente
Que se hagan tactos vaginales más a menudo de lo que dicen las recomendaciones (4 horas entre tacto y tacto es más que suficiente)
Que se ingrese a mujeres que están aún en inicio de parto, a sabiendas de que las horas que pase ingresada van a suponer más intervenciones innecesarias
Que a estas alturas tantas mujeres sigan pariendo tumbadas
Que siga habiendo tantas episiotomías (cuando sólo son justificadas cuando el latido del bebé indica sufrimiento y esto no es algo que ocurra tan a menudo)
Que se siga separando ¡durante varias horas! a las madres de sus bebés tras una cesárea. Y que estén solas durante esas horas en reanimación.
Que se siga ofreciendo un apoyo tan nefasto y contradictorio a la lactancia
Evitar llegar pronto al hospital
Cuando tienes claro que quieres tener un parto respetado, pero el miedo te impide considerar seriamente la opción de parir fuera del hospital, la mejor opción es prepararte para ir al hospital cuando el parto esté avanzado.
A esto se le llama una dilatación en casa. Es un parto planeado en el hospital, en el que la mujer se queda en casa todo lo posible. Es encontrar un equilibrio entre vivir la mayoría del parto en casa e intentar evitar que el bebé nazca de camino al hospital.
Nosotras ofrecemos cursos de preparación y consultas individuales para que tengas la información necesaria para saber:
En qué fase del parto estás
Cómo escuchar el latido del bebé
Cuándo ir al hospital porque algo se desvía de la normalidad
Gestionar la intensidad del parto con métodos no farmacológicos
También cuando planeas un parto así puedes barajar comprar, o alquilar, una piscina de partos para pasar en agua caliente una parte del parto. La piscina de partos es una herramienta potente de alivio del dolor (se suele bromear con que es la epidural de los partos en casa). Si vives en Asturias, nosotras a veces tenemos piscinas de parto para alquilar.
Aunque no necesitas a nadie para parir, sólo dejarte llevar por la guía innata de tu cuerpo, puede ser útil tener a alguien que haya acompañado numerosos partos y pueda recordarte en el momento oportuno que todo va bien, que es normal vivirlo así de intenso.
Conclusiones
Antes de tomar una decisión de dónde quieres parir, pregunta a familiares, amigos y conocidos que hayan parido en los últimos años por sus experiencias. Escucha los detalles, el poso que dejaron en ellos las palabras que se le dijeron, las explicaciones que se les dieron para hacer determinada intervención, la sensación de que lo ocurrido cumplió o no sus expectativas, las experiencias traumáticas que a veces sólo se dicen entre líneas.
Atrévete a escuchar las experiencias de personas que han parido de formas en las que tú no te atreverías a hacerlo. Y con el cúmulo de lo aprendido, decide.
Así que no, yo no escogería un parto hospitalario, porque para mi no cumple ni de lejos, ni en el mejor turno, con el nivel de respeto que yo espero tener en un parto. Pero esa es mi opinión, que nací en casa, que parí a mis tres hijos en casa, que vi a muchas mujeres hacerlo también.
Pero lo importante es que tú sepas qué es lo que quieres. Hasta que punto es importante para ti tener un parto respetado, qué puntos es para ti imprescindible que se respeten y qué estas dispuesta a hacer para que así sea.
Porque al final esto no va de la cuestión estética de cómo está decorado tu parto, sino de que allí donde escojas parir te sientas apoyada, arropada y respetada. Nada más y nada menos.
Prepárate, no para aceptar concesiones "si todo va bien" ni para saber cuales son las intervenciones más habituales, sino para sentirte segura a la hora de defender y vivir el parto que tú quieres.
Valle, Noviembre 2024
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